jueves, 25 de noviembre de 2010
EL MAAAAAAAAESTRO FICO
Sus inicios como entrenador de fútbol estuvieron marcados por la casualidad. Corría el año de 1992 y jugaba por el Botafogo de Supe. En el último partido de ese torneo aparecieron más jugadores que lo normal, entonces alguien debía decidir quiénes jugaban de titulares y su padre, el recordado Don Heberth Fonseca le dio la responsabilidad de formar el equipo. Un triunfo como resultado final y las bromas de sus compañeros le dieron el rótulo, quizás para ese entonces inmerecido, de “profe”.
“A nosotros nadie nos enseñaba los fundamentos del fútbol, cada quien entrenaba por su cuenta y nos reuníamos el día del partido y hacíamos lo que podíamos dentro del campo” nos dice.
“El año siguiente el “Bota” trae desde Lima a Julio Calderón Bascones, técnico de marcada trayectoria en las ligas de Lima, y mi afán por aprender esta profesión me llevo a estar al lado de él como asistente. Desde ese lugar aprendí mucho, pero sabía que me faltaba más conocimientos si pretendía algún día dedicarme a dirigir equipos de fútbol”
Es entonces que decide matricularse en el primer curso de TECNICO DE FUTBOL a distancia que brindaba el ya desaparecido IDDE. Luego de culminado este curso se matricula en el curso presencial para ENTRENADORES, que se realizo en la ciudad de Lima y el mismo que duró dos meses.
“Si en el primer curso descubrí que el fútbol tenía un amplio campo de aprendizaje y aspectos poco conocidos, en el segundo curso entendí que esta profesión no solo era preparación física, técnica y táctica y más aún entendí que no todo terminaba allí, había que seguir capacitándose” nos cuenta.
Los triunfos se le fueron presentando no solo dirigiendo al Botafogo, sino también al mando del Sport Supe, y esto le valió para que sea tentado de trabajar al lado del Profesor Luis Greco en el Unión Supe que participó en Segunda Profesional, experiencia que le quedó grabada como un homenaje a la gratitud y al compromiso de defender los derechos e intereses de los jugadores que pasaron por sus equipos. Muestra palpable fue su llegada al Deportivo Nisei de Barranca en donde le dio forma y personalidad a un grupo de jugadores que se había formado con una mezcla de experiencia y juventud.
“Con este equipo obtuvimos el campeonato distrital del año 1998 de esta Liga. Aquí tuve la oportunidad de trabajar con jóvenes que luego fueron considerados como una de las mejores generaciones que parió Barranca en cuanto a fútbol se refiere” cuenta.
Parte de este grupo eran , La “Catira” Paredes, el “Negro” Palacios, “Chin Chin” Changa Tong, Paolo Luna, y otros, quienes en su momento, nos comentaron el inmenso agradecimiento que le profesaban a este entrenador por su comprometido trabajo en hacerlos buenos futbolistas, pero mejores personas. Y por supuesto no podemos dejar de mencionar a los de experiencia de este grupo. Iván Navarro a la cabeza, Walter Gavedia, “El Cochero” Chávez, “Luchito” Peña, “El Pecas” Acuña, El Chino” Paredes y otros.
“Haber dirigido a este grupo me marcó la diferencia entre lo que significa compromiso y conformismo. Entendí que los jóvenes, cuando son bien guiados y aconsejados pueden mantener ese espíritu de mejorar día a día hasta el último de sus días como deportistas activos. Y por otro lado vi con mucho pesar, como algunos jugadores de dilatada trayectoria, pocos en realidad, se enredaban en el conformismo de no progresar porque la flojera y la mezquindad eran más fuertes que ellos. Pero llevo esta etapa muy presente y la comparto con los grupos que he tenido a cargo como un ejemplo de vida deportiva”.
Y esto lo palpamos ahora cuando vemos algún equipo dirigido por este entrenador, equipos que están plagados de futbolistas jóvenes con un orden deportivo y personal que muchos de los que juegan etapas superiores, quisieran tener.
“Los jóvenes, cuando sienten que el trabajo que realizan en un entrenamiento está planificado, llegan a comprometerse de tal forma con dicho trabajo, que para un técnico las cosas resultan muy fáciles de realizar; pero esto llega a convertirse en un compromiso para seguir mejorando como tal, y esta mejora no se da de otro modo que no sea con la capacitación constante”.
Y podemos decir que el Profesor “Fico” Fonseca sí que predica con el ejemplo. Fuentes muy allegadas a él nos hicieron saber en su momento, que estuvo durante tres días observando los trabajos de clubes como Alianza Lima, Universitario y la Sub 17 de Perú.
“Es una de las muchas formas que existen para aprender más. Tengo la suerte de contar entre mis amistades a gente muy allegada al fútbol profesional y fueron ellos quienes hicieron los contactos debidos para que podamos presenciar los entrenamientos de estas entidades deportivas. Y debo decir sin falsas modestias, que ver los trabajos de estos clubes me demostró que vamos por buen camino. La gran diferencia radica en el compromiso que asumen los futbolistas. Y es que allá, entrenar tres horas diarias es fácil de soportar, cuando se es profesional. Acá es imposible de aceptar para los jugadores y quizás sea también culpa de nosotros los técnicos quienes no tenemos la suficiente experiencia o capacidad para afrontar tres horas de trabajos sistemáticos y provechosos, pero sé que podemos hacerlo y hacia eso nos estamos encaminando”.
Los tiempos fueron pasando y vimos pasear su trabajo en clubes como el Juventud Milagro de Pativilca, equipo a quien según propia versión, le arrebataron el título de campeón, un deshonesto árbitro, digitado por la camarilla de la dirigencia provincial de ese entonces, también vimos de cerca el trabajo que realizó con el Social San Nicolás de Supe, hasta que de pronto desapareció de las aéreas técnicas y de pronto apareció dirigiendo un partido de fútbol pero desde adentro del campo, como árbitro de fútbol.
“Esta etapa de mi vida la recuerdo con mucho cariño y agradecimiento para quienes trabajaron conmigo. Al igual que la de entrenador, esta profesión la inicié por consejo paterno. Recuerdo que arbitraba los torneos escolares y dicen que no lo hacía mal. Entonces el “Loco” Heberth, mi padre, me animó a dar mi examen de titulación como Árbitro de Fútbol, aprobé y comencé a trabajar al lado de árbitros de la talla de Luis López Lara y José Rojas Rodríguez de quienes aprendí mucho de lo que pude poner luego en práctica. Esta etapa se vio interrumpida porque me fui a trabajar a la sierra. Cuando regresé el año 2003 retomé la carrera arbitral la misma que se vio interrumpida porque los dirigentes de ese entonces pensaban más en el provecho personal que en el desarrollo y progreso de los árbitros barranquinos, actitud que en algún momento me llevaron a tomar la decisión de trabajar en Huacho, por espacio de un año. Regresé el siguiente año por un particular pedido, pero vi que los cambios no se realizaban totalmente. Hasta hace poco los árbitros siempre fuimos “la última rueda del coche” y lo peor de todo era que entre los mismos colegas existían celos, envidias y diferencias irreconciliables. A esto se le sumó una operación a la vista, operación que me llevó a arbitrar en la última parte de esta etapa, con lentes de protección, pero sentía que ya no era lo mismo y opté por retirarme del arbitraje y dedicarme a mi otra pasión deportiva, dirigir equipos de fútbol”.
Y lo volvimos a ver una tarde de Junio del 2009, dirigiendo al Social San Nicolás, equipo con el que logró el sub campeonato provincial el mismo que le dio derecho a participar en la etapa departamental de la Copa Perú. A mediados del presente año dirigió sin mucho éxito al Unión Supe.
“Para quienes de alguna forma trabajamos como entrenadores en el fútbol provincial, es difícil encontrar un amparo de respeto por la labor que se hace. Particularmente he pasado varias veces por clubes en los que los dirigentes creen saber más que el entrenador, de cosas meramente técnicas. Y si no les cuadra el trabajo que haces, te botan sin pagarte lo que se convino al inicio del trabajo. Y es aquí donde los técnicos de la provincia debemos unirnos. Buscar hasta encontrar, el respeto por nuestro trabajo. Un respeto que debe nacer de nosotros mismos y luego exigirlo a los dirigentes, jugadores, hinchas, periodistas y todos quienes tengan que ver con el fútbol” nos advierte.
Y es que como periodistas hemos visto los celos, envidias y odios que se generan entre los entrenadores barranquinos, y estas actitudes nacen justamente de aquellos que creen saberlo todo y poco o nada hacen por sacar adelante el fútbol provincial.
“Alguna vez el profesor Miguel Company, en ese entonces Director Técnico de la Selección Peruana me dijo: “El peor enemigo de un peruano, es otro peruano” y acá en Barranca eso se ve día a día entre árbitros, entrenadores y dirigentes, así no podemos progresar” acota este correcto entrenador.
Muchas veces hemos tenido oportunidad de conversar con él y siempre nos decía “No lucho por ser el mejor entrenador, lucho por ser un buen entrenador, justo y respetuoso y eso me obliga a seguir estudiando, perfeccionándome y capacitándome”
A comienzos de año la Liga Distrital de Supe invitó a una capacitación sobre “Programación del Entrenamiento Semanal” y vimos con mucha resignación que solo ocho personas asistieron al mismo. Y es que como Fonseca mismo dice: “Cuando se enteraron que era yo el que lo dictaba, aparecieron los eruditos preguntándose qué les podía enseñar”. Pero ni por curiosidad se aparecieron.
“Incontables son las ocasiones en que he invitado a técnicos supanos a mi casa para ver videos sobre entrenamientos de fútbol, para programar sesiones de entrenamientos y hasta ahora los sigo esperando, solamente “Bailón” Taboada y Tito Chávez se acercan para tratar estos temas, entonces no evolucionamos” dice.
Quedan muchas cosas en el tintero, detalles y anécdotas que irán saliendo en futuras ediciones. Por ahora lo dejamos junto a su grupo técnico, abocado a desarrollar su trabajo con miras a afrontar el campeonato de tercera división al frente del Olimpia Supe y preparando el plan de acción con miras a afrontar el próximo año, el campeonato de 1º División con el BOTAFOGO FBC de Supe, el Club de quien es uno de sus más acérrimos hinchas, no sin antes destacar que en todo pasaje de la conversación que tuvimos, nos dimos cuenta que en él existe un gran deseo de unificar y engrandecer esta sacrificada labor, pero ese deseo debería ser de todos los que trabajan dirigiendo equipos.
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