En estos días se resuelve la agonía del Cienciano del Cusco, no es cualquier cosa este acontecimiento a ocurrir; un inicio y un fin inmediato que grafica los sentidos, límites y posibilidades del futbol en el Perú. Es una derrota dolorosa, el “Si se puede” colectivo y nacional, el autoestima que reventaba ante los argentinos, con el “Avestruz” Carty, las danzas de Chiroque, la sobriedad de Acasiete, la mano del actual alcalde Ternero, la hinchada del Cienciano campeón, todo esta terminando, somos el país sin sostenibilidad de sus triunfos, y en sus emprendimientos. Nos falta mucho elemento estructural a nuestros edificios competitivos como nación. Un argentino como el “Checho” Ibarra reivindica el espíritu de guerrear por algo histórico en el futbol peruano, porque Cienciano lo es, su descenso posible, descenderá nuestros logros deportivos, Philip Butters escribe sobre la muerte del “papá” y los demás son solo silencio sepulcral anticipado. En verdad que los que escribimos algunos trozos deportivos, lo del Cienciano duele mucho y abre una tremenda amargura, el equipo del sitial mayor ahora cae, cae luchando “Checho”, sudando “Julito” García, enfrentando con hidalguía a todo rival, sin sueldo alguno, con un Juvenal Silva escondido en ese liliputiense Congreso de la República, huyendo, escapando como ciertas clases políticas, sin saber dirigir, sin acometer hegemonías y dignidad. Lo del Cienciano toca la tradición incaica, remece al Perú, sin embargo, el eco amnésico sigue latente, nos hace olvidar, lo que nunca debemos olvidar, al grande Cienciano campeón, al “papá” de las muchedumbres, de los que gritamos tu triunfo y pintamos tus victorias, no bajes nuca Cienciano papay. Ojala que nunca, pero, los deseos conocen bien, muy bien la traición de la realidad.
Mario Alva
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