En nuestra provincia de Barranca, resuenan los tambores de las hinchadas locales en cada encuentro de la Copa Perú. Ahora se siente la integración urbana y rural deportiva, en cambio las ciudades y su gobernabilidad quedan encerradas en sus céntricos espacios urbanos intentando preservar cierta tradicionalidad y preservar sus áureas conservadoras, los espacios periurbanos y rurales sufren de desigualdad y son verificables sus duros rostros de pobreza y tugurizacion social. Los domingos se juegan las emociones, se juegan las alegrías, toca el futbol nuestro del barrio, de la institución local o de la empresa donde trabajamos, es el futbol con pertenencia, con identificación y derrochamos todos nuestros sentimientos locales, por eso el aliento es atronador y claramente vivencial.
Siempre nuestra Copa Perú será un lugar de anécdotas y de remezón espiritual en el conversa de amigos ¿pero se pudo ganar ¿ ¿por una sola circunstancia, no se pudo ganar? Así, se registran y se descubren nuestras convivencias sociales, el futbol resulta siendo un paradigma de unidad y de identidad, entrecruza aspectos vitales y fecunda nuestra composición humana. Es innegable el actuar emotivo desde el futbol. El desenlace próximo de la Copa América, ojala muestre a un Perú, como un país de ofensiva y de temperamento, de goles con victoria, esta seria una tendencia de que algo comenzaría a cambiar, inyectaría esto en una nueva generación, una autoestima de triunfador, en una atmosfera real de triunfadores. Eso si seria una valiosa hoja de ruta, optimismo y condiciones económicas tenemos para esto, se trata de saber distribuir, saber organizar y saber triunfar, falta solo de poner el cascabel al gato y avanzar, así estamos Perú.
Mario Alva
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