miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL MUNI DE CHUMPI LLANOS


POR: JUAN BUSTOS
Existen pocos hombres que se enamoran de sus sueños y luchan por hacer realidad sus hermosas visiones, esa fue la fuerza motivadora de Víctor “Chumpi” Llanos, un joven dirigente de los años del “Chino” Velasco, el General Nacionalista. “Chumpi” armó un cuadro con jugadores del lugar y con otros de afuera, el equipo dirigido por Nicolás Joya arrasó con cuanto rival se le ponía al frente, logrando una campaña que lo llevó hasta la Etapa Regional.
Deportivo Municipal de Barranca hizo su fortín en la primera cuadra del Jirón Zavala, en la casa del gran “Chumpi”, que gastaba su peculio en los jugadores que venían de otros lares, se realizaban colectas en la ciudad para el equipo y hasta se vendían dulces y chocolates para reunir y ayudar al representativo barranquino y permitía soñar con al Copa Perú, en una época donde aún no existía la Segunda profesional. El “Muni” tuvo en su filas a grandes jugadores entre los que destacaron “Cabeza de Piedra” Rivas, Jaime Luna, Pedro Enciso, “Chato” Luria, “Profe” Danós, “Chapirro” Verde, “Lalo” Mendez, “Fico” Arrarte, “Che” Aza, Daniel Vega, Jorge Vidal, “Calincho” Cruz, “Willy” Gómez y Willian Huapaya, quien mas tarde brillaría en el Alianza Lima y luego en La Coruña de España.
En la época del Municipal, el estadio barranquino, se llenaba totalmente, los hinchas del fútbol devoraban con sus ojos cada jugada de los “cracks” del momento; los vendedores de dulces y comidas terminaban su producto en el entretiempo y al final del encuentro una sonrisa de satisfacción y buenos comentarios señalaba la bondad de las mejores épocas de esos años. Grandes cuadros quedaron el camino cuando se enfrentaron al “Muni” sensacional, como el caso del Mariscal sucre de Paramonga, Racing Hualmay, Social San Nicolás, La Palma de Huacho, Alianza Canta, Walter Ormeño e Independiente de Cañete.
Traer jugadores de cierto nivel, siempre tuvo un costo extra, pero en lso setenta ganaron tanto como en la actualidad, entonces costaba mas mantenerlos en una habitación con sus alimentos y de vez en cuando pasearlos por la ciudad en el flamante Dodge azul de Llanos, quién como todo dirigente de vocación, nunca ganó nada, solo la satisfacción de un triunfo deportivo, que se cosechaba con inversión, esfuerzo y cierta riña en el hogar, por los costos del gran sueño que debía resumirse en el despertar de un título.
Bastó unos meses de juego magistral y enrazado, para estructurar un recuerdo eterno, que no se borra de las mentes de cada aficionado que vio jugar al Deportivo Municipal. Pudieron ser mayores meses, se pudo prolongar el sueño que abrigaba un gran despertar, pero la inmoralidad de algunos jugadores, ignorantes del significado de honrar la camiseta que se defiende, autoritarios creyentes que el equipo solo era de ellos, olvidando que el equipo era de todos quienes abrigaban las esperanzas de un título, de quienes en cada palabra de aliento, estaban gritando con sentimiento propio por un triunfo que también era de ellos, por sus ánimos y por su fe puesta en cada jugada, en cada gol, en cada partido.
Y con el soborno, terminó la ilusión de un pueblo que seguía creciendo hasta desconocerse a si mismo.
Por tanta inmigración. Los años posteriores no pudieron ser mejores a la época del gran Municipal; algunos jugadores y dirigentes aún se pasean en las calles de esta ciudad tolerante, pero muchos recuerdan los grandes triunfos y el sueño que nunca despertó, aunque no recuerden el amor y la fe “Chumpi” Llanos, ni la echada de algunos jugadores, que viniendo de afuera no valoraron tanto esfuerzo y tanto aprecio de nuestra gente.

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