miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL TACO Y LA TRONERA, MAS ALLA DEL TIEMPO


POR: JUAN BUSTOS
El billar y las billas constituyen, dos de los juegos más divertidos que ha inventado el hombre, que permanece a lo largo del tiempo y que se enfrentan a la tecnología y mecánica del siglo XXI.
Jugar con quince bolas de colores, mas una blanca que al ser empujadas por un palo largo llamado taco, golpea a las otras que buscarán caer a uno de los seis huecos llamados troneras, distribuidos en las esquinas y parte central de la mesa rectangular de mármol, madera y franela, ha significado la mas grande diversión por décadas y el mas firme negocio para los mas diestros, por mesa ganada o por cada bola caída a la tronera.
Los años no pasan en vano, van dejando huellas a su paso y las cosas van cambiando; de la misma manera, sin sentirlo siquiera, los lugares donde antaño eran centrso de diversión en la ciudad, hoy han cerrado para dar paso a otros negocios.
Uno de los billares mas céntricos y conocidos es el salón Acapulco, de Don Marín Collantes, donde los mas pensantes del juego, pasearon su verso con el taco en largas jornadas que ponían precio a cada bola metida en la tronera.
Las jugadas de billar y de billas, eran celebradas por espectadores que apostaban por tal o cual jugador y se prolongaban hasta primeras horas del día siguiente. Por los años 60, el billar de Victoria Maguiña Vda. de Oshita, en la primera cuadra de Castilla, congregó a pobladores que gozaban con las jugadas de Murakami, quien paseaba su pulso por Huacho y Barranca.
En los años 70 aparecen buenos billaristas, algunos de ellos de no muy buena reputación porque la vagancia se daba la mano con la delincuencia, siendo así no era que la antigua Guardia Civil, “limpiara” los billares cada que se denunciaba algún robo o asalto. Pero al margen de esa desventuras, eran admirables jugadores los hermanos Oshita, González, el “Tuco” , el “Mudo” y mas adelante Aguirre, Vasallo, el “Bebe”, “Petróleo, “Piña”, “Lipo” Risco, el Dr. Ponce y otros.
En los años 90, esta pléyade continuó sus proezas, ya con anteojos y arrugas en el rostro, topando su sapiencia con los jóvenes atrevidos y hambrientos de triunfos como “Chamay”, Pepe”, el “Oso”, “Figurita”, entre otros.
Uno de los grandes del taco aparecía de vez en cuando por la provincia, para dar mantenimiento a las mesas de mármol, madera y franela. Era nada menos que Jorge Tello Castillo, mas conocido como “Piña”, para quien ningún centro de billas era desconocido en ninguno de los cinco distritos de la provincia.
El local del club Sport Barranca en la Plaza de Armas, se llenaba de jóvenes cada atardecer, al igual que el billar de los Barrios Altos, hasta que un hijo de Potao, inauguró un local de billas en los altos de un hostal de la Calle Bolognesi, que congregaba a la juventud, tanto hombres como mujeres. En los noventas, la tecnología ya había aperturado una gran competencia al billar con el ping balls, los nintendos.
En este siglo, cuanto mas tendrá que soportar el billar -que casi ya no se juega- y las billas; por lo pronto el internet y el “Chateo”, así como el tragamonedas, deja sin participantes a estos juegos del taco y la tronera; ojala una carambola magistral haga tic tac en el corazón de la juventud para alcanzar la eternidad y así seguir rodando la bola en el verde terciopelo.

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